viernes

pequeña monstrua

No suelo tomar taxis, prefiero caminar. Pero cuando las circunstancias lo ameritan y no queda otra opción, me detengo en la mitad de la cuadra y miro hacia el horizonte esperando que una luz roja venga hasta mi.
En primer lugar porque no me gusta charlar con el conductor, tener que hacerme la interesada por cosas como :cómo esta el clima , la pelea de Rial con Maradona , la inflación que va en aumento y demás , entonces lo que hago es quedarme en silencio , si está la radio encendida es un plus , lo que venga , desde Cacho castaña hasta Cristian Castro , prefiero mirar por el vidrio y quedarme callada.
Lo que está buenísimo es cuando podés congeniar perfectamente con el otro quedándote en silencio. Se crea un clima genial, ninguno quiere caretearla, no se busca hacer pública la vida sentimental, los dolores de muelas, o la rutinaria existencia de cada uno.
Solo fueron dos las veces en las que disfruté mucho el viaje en taxi o remis, como más les plazca.
Una fue en capital federal , a comienzos de año, tenía que estar en una entrevista en Martínez , y el Bondi no llegaba más.. Así que no quedó otra opción, (ni plata tampoco después que me bajé del auto)
Y la otra fue hace unos días.. Salía de la escuela de teatro, un frío desopilante, un dolor de cabeza insoportable y las piernas agotadas de tanto ajetreo teatral.
Abrí la puerta, nos saludamos cordialmente,
- ¿A dónde vas? –
- A mi casa man
Ese fue todo el dialogo. Estaba la radio prendida ( si!!!) Me detuve a escuchar; eran dos personas que estaban debatiendo acerca de una historieta, todo me sonaba muy familiar, la protagonista era una niña, pequeña, que luchaba por la paz mundial.
Mi cara comenzaba a iluminarse, si… Mafalda! (cada día que pasa creo menos en las casualidades)
Es impresionante como un hecho tan estúpido para algunos puede producir tantas cosas en alguien. Fue como que una voz desde arriba me decía: “Mirá, acordate de esto, ponete a buscarlo, viajá a épocas remotas.”
No quería llegar a mi casa, hasta estuve a punto de decirle al tachero que demos unas vueltitas así terminaba de escuchar de lo que se estaba hablando. (Justo cuando hubiese preferido que sea un pillo de esos que te vueltean al cuete para cobrarte 2 mangos más, me toca uno copado)
Bueno.. Llegué a casa.. Pero antes miré detenidamente el dial de la radio( nunca puedo encontrar una que me guste, así que esa no se me iba a escapar de las manos.)
“1006”…Bueno no soy buena para los números, pero debe ser 100.6 o algo así.
Le pague al tachero, lo volví a saludar cordialmente por haberme permitido estar en silencio escuchando la radio, y me bajé del auto.


No… no encontré la radio .. Como era de esperarse, pero tengo Internet.
Una vez más.. Gracias Mami, por hacerme conocer a esta pequeña monstruita que me envuelve todavía a mis 21 años con sus pensamientos progresistas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario