martes

libélula

Libertad al caminar , libertad de elegir.
pensar en libertad y libertad para pensar
existir libremente ,ir con prudencia pero con libertad
libertad de hecho y de palabra
libertad con todas las letras
con V o con B , sin importar su fonética
libertad como un ideal
ideales libres , acciones libertinas
libertad como un proceso
procesar la libertad
vivirla , andarla , saborearla
compartirla

jueves

antesalas

A la súbdita pedante la querían llevar a un manicomio, o meterla de prepo en la sala de espera del primer psicólogo abalado por la obra social más cara. Solo por haber quemado un monitor jugando a un juego de “Barbie”. (Quedó atónita frente a dicho suceso.)
De más estaba decir que no había sido nada intencional.
Solamente era que pasaba tanto tiempo frente a esa ventana, tan huérfana de amigos, tan ensimismada consigo misma, tan harta de vivir en gravedad.
Su cabeza le pedía un descanso, y entonces prefirió perderse solo un rato en la banalidad mundana de estereotipos fundamentalistas.
A pesar de que su tío le había regalado dos juegos muy interesantes “Cómo funcionan las cosas” y uno de los antiguos Egipcios, en donde se mostraban sucesos históricos que habían marcado un hito en el mundo, a veces elegía camuflarse como un reptil y sobrevivir.
Es más fácil sumergirse en la mediocridad, ser uno más, escaparse de uno mismo.
Seguramente sea porque somos nuestro mayor enemigo y que para” encajar” hoy por hoy tenemos que ser todos iguales, tenemos que seguir determinadas normas de convivencia. Claro, por supuesto, es muchísimo más fácil dejar de pensar, dejar de cuestionarnos verdades y actos incoherentes.
La historia no es nada sencilla, la de esta piba digo. Ella creía en algo, no sabía bien en qúe , pero era imposible que algo tan maravilloso como la vida misma, el hombre sea algo casual. No.. no era eso. La vida tiene secretos.
Eso pensaba mientras volvíase a perder pero esta vez en la televisión, viendo a una corista desnuda que cantaba desde un sillón.¡ Qué imagen,! nunca pudo sacarla de su cabeza. Fue la primera vez en su vida que sintió deseos, deseos de algo que no podría encontrar en un lugar muy habitual. Deseos de lo inesperado, deseos de que algo la sacuda por dentro y fuera. La nena conoció la excitación, y la culpa generalizada que esto le producía.
Las cosas esas de las que nadie te habla nunca, pero que todos conocen, todos sienten.
Hasta que un día no dio para más y tuvo que contarlo.
Mami, soy una “pecadora” por sentir deseos a los diez años de edad?
( Para que se lo preguntas si no querés saber la respuesta!)
No, ma. Es una broma! Te estaba jodiendo.
De nuevo a callarse la boca.
Y a ser una niña más, que cree en los reyes magos y en el ratón perez.
Dulces sueños mi vida.